De tantos caminos que hay en la vida, puede que el del olvido sea el más desagradecido, el más ingrato y si se realiza a los amigos el más cruel. Porque el polvo de que está formado es el de la amistad, un sentimiento tan profundo que te hace confesar lo inconfesable, descargar la carga diaria y sobrellevar de esa forma una vida que de otra forma a veces no encontrarías ya senda por ser tan oscura, espesa y densa como la nada. Un vacío al que iríamos irremediablente abocados.
No hacen falta muchos amigos, solo los justos, pero sí, los necesarios para vez la luz y no caer al precipicio.
No hacen falta muchos amigos, solo los justos, pero sí, los necesarios para vez la luz y no caer al precipicio.
Cada uno es como es, así es la vida amigos; yo pienso que
salí un poco vago, que la vida la he ido haciendo a pedazos, sobre todo con las amistades, que en realidad nunca
hice un cosido bien hecho, que no acerté con el agujero de la aguja porque en
definitiva nunca me paré a enhebrarla. Así sucede con los amigos, sino los
coses y recoses, pues se descosen y se abren.
Y cuando vuelves ya no es lo mismo, por lo menos de momento,
una vez tomado el hilo la cosa puede que vuelva a ser como antes.
Cuánto me cuesta ponerme a teclear estas cuadritos negros con resalte en blanco, además, muchas veces para decir cosas que casi todos ya
sabemos. Será la comunicación la que me incita a descabalgar de mi caballo
lento de madera para mostrar que a los amigos, aun sin mencionar cuando menos se tercia los
recuerdo y los llevo conmigo; que cuando más me acuerdo es tomando unas
cervezas y, entonces me entra una especie de nostalgia, de congoja, de un triste de lo más simplón y sin darme cuenta por menos de nada tengo empañado los ojos y al limpiarlos veo que me he encontrado con ellos, sí, con los amigos de siempre.
Después vienen a mi mente los mayores disparates, esas pequeñas cosas que
nosotros compartimos y que engrandecimos como si fueran únicas y de otro mundo
y con las cuales fuimos tan felices.
Ratos amargos y ridículos también los hubo, pero a los amigos esto pronto se nos olvida y hasta llega a producirnos como una risa tonta, pero hasta nos congratula.
Ratos amargos y ridículos también los hubo, pero a los amigos esto pronto se nos olvida y hasta llega a producirnos como una risa tonta, pero hasta nos congratula.
Pero os diré: son nuestras y aun pareciendo muchas de ellas absurdas son lo
que a lo mejor quizá más nos han unido y por doquier componen nuestra historia y el
bendito pasado, están en nuestro mundo presente y mañana serán otra vez nuestro
despertar.
Por hoy ya he dado por lo menos señal de que aún existo.
Con esto de la crisis llamar por teléfono se pone caro, y luego la
luz, el agua…
Excusas, en fin¡ mucha vagancia, amigos! Si me conoceré…
Excusas, en fin¡ mucha vagancia, amigos! Si me conoceré…