23 julio, 2012

¡Ojalá me hubiera equivocado!




Poesía estridente, demoledora; es lo que hoy se vive. Una poesía que no rima, que no se acuerda de los pareados, que suelta expresiones como ¡Cabrones nos habéis robado!, y…dónde está mi casa, mi huerto y la higuera…
Dónde viviré en tamaña torrentera.
Qué fascinante la poesía, pero también la poesía es cruel y se hace con monosílabos en pancartas que indican lo que estamos viviendo. La poesía siempre ha marcado una fecha, un suceso y un lugar, y nos ha hecho comprender que detrás de un poema se marca la bolsa y su caída, la prima de riesgo y el rescate.
¡Ojalá!, me hubiera equivocado y no haber llevado razón cuando un buen día dije: ¡nos vamos a comer los codos!
¿De qué vale mi razón cuando se sufre?
Es poesía de la dura, la que da de comer y vivir, la que alienta el fuego, la que clama, la contradictoria, a la que muy pocas personas acuden a oír; porque es mejor escuchar las sirenas del mar, cuando ni si quieran las han soñado y menos aún visto.
A mí vehemencia; la tuya me dio calma y me hizo pensar en un mundo mejor.