12 octubre, 2011

Sentí su aliento febril




Se habían ido todas las estrellas; las mínimas y grandes, las unidas y dispersas,  como fuegos de feria.
Estaba sentada en el seno de la sierra, ni muy lejos ni muy cerca, sino todo lo contrario.
Bebía un refresco; no sé bien si de naranja, trina, o tal vez fuera una fruta exótica diluida en agua.
Oteaba su alrededor.
Me acerqué: cerca sin estar próximo.
Yo la veía como cuando miras con una lupa...mas demasiado lejos, inalcanzable.
A lo mejor o a la peor eran dos pasos...pero demasiados largos.
Ella dio la primera señal, y quedó a un palmo de mí; sentí su aliento febril, incandescente.
Retrocedí para dejarla pasar.
Sin pudor se paró frente a mí y me beso con resplandor.
La llama prendió. El desfiladero era tan estrecho que nos fundimos los dos.
Al final quedó un lucero, que poco a poco o mucho a mucho se evaporó sin decirme adiós.