Hay personas que dejan una huella que parece difícil quitarse de la mente. Esto es precisamente lo que me está ocurriendo con Paquito "el guía de fray Leopoldo" de Alpandeire (Málaga).
Una mañana decidí ir a visitar este pueblo y hacer un vídeo, compuesto de imágenes y escenas, para después subirlo a Youtube.
Nada más llegar y dejar estacionada "la chicharra", me asaltó sin más preámbulo un hombre más bien bajo, con una gorra, un calzón corto y una disposición a enseñarme todo lo concerniente a un personaje tan singular como es fray Leopoldo, pues aunque hace ya tiempo que murió, estos seres siempre permanecen.
Accedí a que me acompañará y enseñará cuanto se cocía en su querido lugar: dicho y hecho. Preguntó de dónde venía y acto seguido, sin dudar un solo instante se dirigió a la gente de Benarrabá con un saludo. Aquello me puso la carne de gallina, subió la adrenalina y me pareció tan extraordinario el detalle que pocas veces he conocido un caso semejante.
Después fue recordando fechas -de la "Catedral de la Serranía" y otros datos -exactos, mostrando una profesionalidad, ¡qué ni los mismos guías del Museo del Prado! -que tantas veces he visto y escuchado le harían sombra. Callejeando me iba mostrando incluso donde podía tomar buenas vistas y donde no; me hizo una foto que ni un experto y, en todo su quehacer, ponía una sencillez, una sapiencia, un trato exquisito, un amor a cuanto le rodeaba, que cada paso, cada detalle, me hizo encogerme, empequeñecerme, esconderme; como se esconde un caracol en su concha.
Mi estupor llegó al máximo cuando le invité a comer o beber algo; serían sobre las 11,45 horas de la mañana. Aquí me expresó que deberíamos esperar hasta las 12, y así fue cuando a dicha hora un joven abría el bar. Aceptó una Coca-Cola y quiso saber a donde acudir para ver el vídeo. No me pidió nada, nada me exigió, nada me insinuó sobre propina o cosas por el estilo. Solamente quería ver Internet y estaba deseoso de ver el trabajo que habíamos hecho. Yo le dije que tardaría aproximadamente una semana...y pasaba el tiempo... y no me era posible hacer lo prometido.
Pocas veces me he visto más angustiado por no cumplir una palabra, por no estar a su altura. Aquel hombre había despertado en mí tal sentido del deber que me hizo sentirme mal, muy mal, aunque la causa no fuera mía, sino de las dichosas redes; de Internet, que fallaba una y otra vez.
Al final lo conseguí y fue entonces cuando una alegría inmensa me invadió. El "mejor guía" no se merecía menos.
Desde aquí, Paquillo, te envío un saludo afectuoso que ruego hagas extensivo a tu querido pueblo y a tu
guía espiritual fray Leopoldo.
Gracias por tu lección de humildad, por tu altruismo, por la humana humanidad que aquí se muestra y difícilmente podré olvidar.
Hay huellas que ni el tiempo es capaz de borrar. Son las que dejan personas tan entrañables, tan limpias, tan puras, tan irrepetibles, como tú, Paquito, que ahora me pareces muy alto...muy grande.