Sucede en la vida que hay un tiempo como si nada se moviera a tu alrededor, pasan las personas cerca de ti y es como si no te conocieran, se escucha el silencio por doquier, si acaso algún cuchicheo, y hasta parece que el gallo mañanero se ha quedado mudo.
Hace dos días que aquí es como si hubiera “una conspiración
silenciosa”; pero seguirán las palabras fluyendo y la música sonando;
Segovia estará en su sitio y siempre habrá un poeta que pueda contar lo
acontecido con todo el calor de su cuerpo, por mucho frío que haga y,
dirán los cronistas lo acaecido y quedará en la memoria de los presentes
el evento y llegará el tiempo que lo cubra y lo silencie, aunque
después, también pueda ser desenterrado.
No me importa ser el primero ni el último, lo que más quiero y más me
gusta hoy, es dejar mi presencia y no volver al pasado callado.
Todos nos abrimos en un momento dado de la vida: en novelas, en
artículos, bebiendo una cerveza o abriendo una partitura, sin que la
historia no venga mucho a cuento o pueda ser de suma importancia, pero
eso sería lo de menos; lo más, solo son circunstancias y poder
contarlas a voz en grito, como un eco en la montaña, único, y tremendamente acompañado
a la vez.