31 mayo, 2012

La carrera más veloz sin hacer carrera



Esto que está ocurriendo con Bankia y similares, no viene de ayer, ni desde que empezó la crisis; viene de aquellos tiempos, cuando menos, en los que se nos dejó muy claro: “ESTE ES EL PAÍS EN EL QUE MÁS FÁCIL ES HACERSE RICO, Y EN MENOS TIEMPO". Nada menos que la frase era de un ministro: Carlos Solchaga, allá por los años ochenta, pero al Sr. Solchaga le faltó añadir para rematar su faena ésta que me invento yo:"Por consiguiente en este país es también donde uno antes se hace pobre". Un político nos alertaba el plantearnos nuestro futuro, lo que desde hace tiempo estamos viendo y sufriendo; el enriquecimiento, velozmente, de unos pocos a costa de unos muchos.
Pero estábamos embobados, con una venda tan tupida por las ideologías que aquella frase la tomamos sacando pecho, como diciendo: “nosotros si somos capaces de llevar la frase a efecto”, y unos cuantos, quizá los más osados o atrevidos, pensaron…mi camino a seguir será el del poder político y sus aledaños. ¡Además es verdad, no hay por qué estudiar! Culturalmente, es la carrera más rápida y menos exigente. Pues nada, pongámonos manos a la obra. Y surgieron por doquier flamantes nuevos ricos.
Un cambio de imagen y un rostro a toda prueba basto para que algunos en cuatro días “no los conociera ni la madre que los parió”.
De aquellos polvos, vienen estos lodos. Ahora es cuando se va a producir después de todo un consentido enriquecimiento: el desnudo por desenredo; queda lo más intrigante, estamos ante el último paso que corta la respiración, la última secuencia de este peliculón titulado, “El saqueo de España” que ni los más imaginativos han podido vislumbrar. La expectación que provoca el saber que otro poder sea capaz de decirnos, de mostrarnos, de ejemplarizarnos a los que no fuimos tan “listos” que, aún queda un atisbo, una mínima esperanza, de que cada cual reponga lo que no es suyo tan rápidamente como se lo llevó.
Ya no me sirve que me muestren más cifras euronómicas por astronómicas, ni más pitos ni más flautas, lo que pido es que me devuelvan lo que es mío y el futuro de los míos y lo de todos; a cambio incluso por mi parte les perdono los daños y perjuicios, la cárcel de por vida que quizá merezcan; pero no les perdono que encima sigan riéndose a mi costa y en mi propia cara.
Al menos me queda el consuelo que hay gente que no les amargan la vida unos "santones vulgares chorizos de cuello blanco". Ele, ele y ele...