Cuando
hace apenas unos días había comenzado el año 2011, me surgió la idea de
hacer algo de lo cual quedara constancia, pero a la vez fuera útil para
la sociedad. Algunas veces se me ha tachado de ser una persona poco más
o menos inservible, por ciertas personas que sólo respetan y vale lo
que ellos hacen, siendo lo demás superfluo y vano.
Ahora
visto a unos meses aquel boceto que timidamente empecé, el cuadro ha
tomado forma, y todavía en un pueblo tan pequeño, no caben en la
sorpresa, que las fotos y videos que he subido a Youtube hayan tenido
más de 6.000 visitas. ¿Quién lo diría...?
Resulta
que a cantidad de personas estas manifestaciones libres, que muestran
una cultura referente a poesía, fotografía, paisaje, sitios y lugares,
les interesa enormemente.
Que cualquier evento de la clase que sea; trial bici, fiesta en el pub Dami de cante, Jornada Gitana, la Feria Gastronómica, o simplemente lo escrito sobre mi amigo Manuel Núñez Núñez, -apenas su video llega al medio minuto-, hacen que me sienta hasta un poco responsable de no poder ofrecerles más tela que cortar, pues este sastre requiere también de paño, y sobremanera de colaboradores, en una palabra: de ayuda, la que ofrezco a los ciudadanos de Benarrabá. Entre todos haremos que nos sintamos orgullosos de lo que es este pueblo. Si no fuera así, seguiré en mis trece..., y jamás nadie podrá decir que no extendí la mano.
No obstante esta otra idea de tener mi propio blog y poder comentar a estilo Diario Personal cuanto pueda suceder o no, va a ser posible gracias al estímulo anónimo que he recibido, y que me ha hecho pensar que estamos muy necesitados y no de pan...precisamente, sino de algo espiritual, que al parecer se valora mucho más que lo que algún que otro futurólogo anticipaba.
Sin tocar nunca los estereotipos que puedan existir en una pequeña población, también puede haber un interés que a mí me ha parecido desorbitado. Y me pregunto ¿Quién será?, como La Lola...que se ausenta dejando a esta persona tan sola...sin saber nombre y lugar.
A todos los niños, y a los jóvenes que empiezan a gallear
Érase una vez un gallo de corral, con muchas plumas de vivos colores, entre rojos y amarillos, bellamente aseado, con una cresta muy roja…muy roja, que era la admiración de todas las gallinas papanatas e inocentes, a las que picaba constantemente, ─y a las que como vosotros en vuestra edad, yo tampoco sabía el motivo─, se les subía encima y todo su corpachón caía a plomo, haciendo que su peso logrará a la inofensivas y dóciles gallinitas agacharse y ponerse en cuclillas.
No era muy mal parecido, pero de ahí a que fuera el mejor, había una distancia enorme. Por aquél tiempo yo recorría con mi padre las granjas de toda la provincia y jamás vi un gallo más estúpido, más engreído y que me cayera tan mal.
Alguna que otra vez vino detrás mía, celoso de acercarme a los ponederos a recoger los huevos, como si fueran suyos o los hubiese puesto el malandrín.
Andaba pavoneándose y se volvía y se retorcía para mirarse así mismo lo guapo y fornido que era. Yo le puse de nombre “Chiringuito”, porque el gallinero era lo más parecido a esos bares por los años ochenta, ostentosos y solitarios en medio de una playa, que desafiaban al oleaje del mar apenas con cuatro tablones a forma y manera de un gran galeón.
Ni que decir tiene que a los demás gallos los tenía acobardados ─pues se valía para intimidarlos aparte de su presencia física que la verdad era un poco tosca, tirando a vasta, de otros presumidos gallos como él─, y acorralaban a los que pudieran hacerles sombra.
Pero he aquí que un buen día apareció por allí una linda gallinita, la gallinita más joven y guapa que se pudiera ver por el valle, y como es fácil de entender el gallo todo engalanado y marcando el paso se acercó a ella y sin decir ni cacarear más, le dio un férreo picotazo en el cuello a manera de saludo.
Cuando de pronto se presentó un joven gallo, que al parecer estaba siempre vagabundeando por esos mundos gallináceos, curtido en las lides de más variopintas que había combatido en los palenques más famosos, y sin decir este pico es mío, ni estos espolones son acerados, acometió con tal fiereza al brabucón gallo, que éste quizá por lo imprevisto o por el fuerte ataque, quedó patas arriba y cresta abajo, ensuciándose su precioso traje.
Armose una batalla campal, los compañeros truhanes del “Chiringuito” acudieron prestos a la ayuda que solicitara su patrón o lo que fuere.
Pero al nombre de “¡Jabaldón, estamos contigo!”, surgieron de no sé sabe dónde, como una docena de sucios y encrespados gallos, pero con espolones como garfios.
La sangre corrió por todos los lugares y por todos los enzarzados plumajes y castas; cabezas, pescuezos, patas y picos. En segundos se lió tal revoltijo que no se distinguía bien entre los cacareos y cloqueos a nadie de los asistentes en tan ingentes torbellinos de peleones.
También corrieron o creo más que volaban, los derrotados villanos, y con ellos a la cabeza iba su jefe de tropelías “Chiringuito”, cojeando; con media cresta caída sobre un ojo, el cogote enteramente desplumado, y su gallardía mal entendida, por los suelos, arrastrando la poca dignidad que le quedaba.
Había encontrado la horma de su espolón y además en su propio campo.
La polla, conocida por "Tolina", toda altiva y compuesta, vino y dió un suave roce con su pico a Jabaldón. Después gallos, gallinas, pollas y pollitos extendiendo sus alas a la forma de ir abrazados se marcharon festejando esta jornada con un corrido mejicano cantándolo y musicándolo con toda alegría.
El resto de los gallineros se unió a la fiesta, y desde entonces ya nunca jamás de los jamases… turbose la paz.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Los hombres que fueron encontrados muertos en el desfiladero de El Clavo, por causas que se desconocen al día de hoy, no habían sido enterrados, a pesar de haber pasado ya una semana larga. Las Autoridades del Estado Central no daban los correspondientes permisos, sin que al pueblo de Nucafría ─llamado así porque estaba sito en la ladera de una montaña en su lado de umbría─ se le diera la más mínima noticia de tan tremenda anomalía. Entre los vecinos se comentaba que el nuevo Concejal-Director General en Funciones de Defunciones, de apellido Granvoltio, estaba de gira, al parecer en un crucero alrededor del mundo, y era probable que hasta cerca de un mes no regresara.
Al octavo día del funesto accidente, sin esclarecer por cierto la causa por el momento, desde el balcón del Excmo. Ayuntamiento de Nucafría, hacía público y notorio el Concejal-Subdirector de Defunciones sin Funciones, de nombre y primer apellido Segundo, alias “Bis”, el motivo de que tan singular caso no estuviera resuelto, era por causas ajenas extrañas e involuntarias a su voluntad, añadiendo; que de momento las cosas seguían como estaban y, que no teniendo más que añadir daba por finalizada la desagradable jornada.
El pueblo, que no era tonto, aunque lo diese dar a entender… por conveniencia, pusieron en acción sus altavoces portátiles y exclamaban al unísono: “Segundo, gato encerrado, Segundo serás escaldado” y repetía una y otra vez la misma cantinela.
Segundo “Bis”, así se le llamaba por ahorrar palabras, sintió en lo más profundo del alma una congoja infinita. Él que llevaba veinte años de Segundo, siendo siempre leal, eficaz y sumiso, veía como su dedicación desinteresada ─sólo recibía de nómina un pírrico sueldo, que por ser tan mínimo no merecía la pena ni declarar─, se le maltrataba con algún insulto barriobajero o se le señalaba con el puño bien cerrado y dándole vueltas, que él interpretaba para sus adentros que quería decir algo así como hacerle picadillo. Eso sí, su Patrimonio crecía y… crecía, pero debíase a la diosa Fortuna, que cada año le visitaba una o dos veces, bien al juego de la Lotería o la Primitiva, o a las Quinielas, o a otra suerte del azar, que ya sabía él, que a todas las probaba y todas le correspondían.
Nuevamente volvió a la balaustrada y engarzado a ella con una mano como un poseso, y con la otra a un altavoz a modo de corneta insufló todo el aire que sus pulmones pudieran contener y dijo:
“¡Queridos conciudadanos, ciudadanos, vecinos, y gente de fuera y de paso en Nucafría! Por derecho os diré que aquí Encerrado el gato Segundo, para mí debe ser Escaldado el Primero, y como no está ni se le espera a éste último, deploréis en vuestra actitud garrula e irresponsable.
El pueblo de Nucafría no se rendía a la añagaza de Segundo Segundo “Bis”, muy al contrario, tenía preparada otra vez el orfeón con la siguiente coplilla:
“Segundo gato, Segundo,
dices al Primero escalde,
que está por ese gran mundo,
─mi Segundo Bis─, el alcalde.
El mencionado suplente no se achantó y en verso también les dijo:
Sólo soy el Concejal-Subdirector en Funciones; a ver si de una vez entendemos Nucafrianos de ayer, melocotones gordos más que sanos: superemos hoy esperas e insanas Defunciones. No os aflijáis por enterrar, tendréis ocasiones en la vida miles, incluso más que veranos, veréis amigos cuantos repulsivos gusanos se mofan de vuestras dolorosas emociones. No es de justicia atacar a un contribuyente y querer estando aún vivo, desollarlo, porque diría con razón la mayoría de la gente que es sandez pelar a Bis, dos en uno y hallarlo natural, y os llamarían Nucafría la demente y tardarían menos de un Segundo en contarlo. Que a vosotros, ustedes, que más le da el caso; ya se encargaran los buitres de desollar. En la tierra vivos tenéis a pares sin dar un paso, merecedores de escarmientos, por desplumar mal las huchas del Consistorio y; eso sí es un fracaso, lechuguinos; el callar y reírles las gracias sin pan.
Reunidos algunos vecinos, uno de ellos que sobresalía sobre los demás por tener el pelo bermejo y encrespado, alto y seco como una cucaña, alzando los brazos en uve, que parecía un Cristo habló con profundo vozarrón:
─Es verdad, no habíamos caído, ¿dónde está el alcalde?
─En su casa estará, desojando la margarita, a ver si sale y, de una vez aparece en los eventos eventuales que a este pueblo acontecen cada semana y, que se liquidan todos por Silencio Administrativo; le respondió el que parecía el listillo del pueblo, ya que hablaba palabras muy técnicas, y alguna que otra palabra en francés e inglés, conocía el mar y había estado en San Juan de Luz (Francia); y por eso se le consideraba una enciclopedia.
─ Claro el tiene que darnos una solución; y además le preguntaremos donde está el pan ─con poca gracia─ que nos ha robado, según dice el señor Concejal-Subdirector de Funciones sin Funciones, don Segundo “bis”.
Este caso como tantos otros quedó en el suspense…y en la nevera, ─congelado─; lo que ocurrió después fue cosa que yo no vi, y lo siento, que bastante tiempo perdí...y Vds. supongo también.
Dicen los del lugar que el Alcalde y el Concejal-Director General en Funciones de Defunciones, de apellido Granvoltio, eran y habían sido siempre la misma persona, y si no se habían enterado antes es porque nunca había ocurrido un caso como este, pero debido a las coincidencias de las ausencias constantes del primero, muy bien pudiera ser…
Segundo “Bis”, pago el pato, que para eso tenía él ahorrado lo suyo con los azares de la suerte, y de “motu propio” levantó el vuelo también, y dejó el caso tan frío como a los hombres que esperaban su palmo de tierra encima, tan fríos como el mismo nombre del pueblo, por los siglos de los siglos. Amén.