29 enero, 2012

La primera cita

Toledo

Habíamos chateado por Internet y de la conversación salió la primera cita.
Estábamos a mediados del mes de julio. Estando a la sombra de una palmera la vi bajar del bus y me pareció que esa mujer no podía ser la de tanta foto ocupada en el portátil. Así de primeras debía de ser más alta, sobre 1,85 cm, yo mido 1,77 cm.
Ya próximos observé su pelo; era de color castaño a juego con sus bellos ojos. Llevaba pantalones vaqueros y una camisa muy ceñida, blanca y por fuera, que le daba un tono desenfadado y juvenil.
En ese mismo momento se me pasaron mil cosas por la cabeza, entre ellas desaparecer; me parecía mucho para mí, no era lo que esperaba, no pedía tanto, solo un poco de compañía, pero fuera de querer llamar la atención con una mujer como aquella, tan llena de vida y juventud.
Hola, tú debes ser...; las gafas negras y tu raído pantalón, la gorra de presidiario, -a ver, quítatela-, sí, tu cabeza despejada, calva,  me lo confirman.
Así es. Más tú no te pareces en nada, vamos entiéndeme, que en la proximidad ganas mucho, nena.
Esta frase última la hizo reír.
Me ha gustado lo de nena. Nunca de primeras me habían llamado con tanta familiaridad.
Verás, los tímidos algunas veces decimos cosas que hacen sonreír y es muy connatural en nosotros.
Ah, pero tú eres tímido.
Más que una tortuga.
Las tortugas se esconden, es verdad, al ver a alguna persona.
No sé la razón, pero tan vulnerables no son, ni mucho menos. En el último disco de Amaral se demuestra que son más fuertes de lo que aparentan.
Sí, se titula "Salvaje" y es muy bueno; y en relación a lo primero, a lo de la timidez, cuando se dicen las cosas por lo menos se libera uno de ellas. Y eso quita mucho hierro a la cosa, porque de momento ya sabes con quien andas.
Bueno, que te gustaría hacer. 
De momento podemos ir a tomar aunque sea agua.
¡Agua! Mejor una cerveza, un café, algo que te anime.
Aquí salió ha relucir el carácter de la nena.
Oye, cuando tengo sed, yo bebo agua, y te añadiré que estoy lo suficiente animada.
Me gusta, me gusta, dije para mí.
No quise influir en tu decisión. Toma o bebe lo que desees. Solo fue una sugerencia.
Pensé, quiere dejar claro desde el primer momento, que no usa o necesita excitantes.
Fuimos al bar de la estación del bus. Ella pidió agua y yo un doble de cerveza.
Bebes, me preguntó:
Sí.
¿Fumas?
Solo cuando bebo o tomo café.
Y tomas mucho café y bebes muy a menudo.
Lo normal.
Qué es para ti lo normal.
Normal...normal...pues depende.
Depende de qué.
Ya me conocerás con el tiempo. No es cuestión de descubrirse con un interrogatorio.
Crees que lo que te estaba haciendo era un interrogatorio.
Sí. Muy directo y sin cortapisas.
Si te he molestado, disculpa.
La verdad no me gusta en absoluto que en un flash, me hagan un currículum de mis vicios.
Entiendo que debemos ir con este calor a pasear por algún parque, o meternos en un cine o bien podemos ir a ver el río Tajo, como hacen todos aquellos turistas.
Lo que vamos a hacer es ir a conocernos mejor. Donde podamos saber si somos compatibles. Vayamos a un hotel y me quedo esta noche aquí y así mañana sabremos si en realidad somos como nos decíamos en la distancia, el uno para el otro.
Toda mi corta disposición desapareció. Me vine arriba por momentos. Mi gesto dejó de endurecerse y tuve la certeza que en las distancias cortas pierdo un poco, pero ella ganaba por mí. Qué más daba quien fuera quién propusiera en primer lugar lo que ambos andabamos deseando.
A la mañana siguiente, telefoneó a su jefe, diciéndole que ampliaba el fin de semana y si no le parecía mal cogía los quince días que le debía del resto de vacaciones. Al ver su sonrisa noté que afirmativamente ese permiso le había sido concedido.
El último día me comentó que estaba en tramites de separación y que ahora más que nunca estaba a punto de cortar irremediablemente,  inmediatamente.
Yo no contaba con aquella inoportuna e incierta relación, y más cuando me dijo que yo había sido el causante de aquel desastre que se le avecinaba.
Me imploró que siguiéramos. No tenían hijos, por tanto no existía ninguna traba que no nos permitiese ser libres.
Lo siento le dije, pero no era esto lo que yo buscaba.
Y qué es lo que buscas, acaso lo sabes.
Sí, quiero vivir sin ataduras, a nada ni nadie. Quizás sea un tremendo egoísta. Lo siento otra vez, pero no he nacido para vivir con la disciplina, la virtud, la castidad, la moral, la integridad, la fidelidad, que una pareja ha de respetar, unido a las leyes domésticas.
Torció el gesto y me dijo: fuma, bebe, y sigue esa filosofía tuya que son las que hacen de este mundo que no se encuentre el verdadero amor.
De todas formas, si no eres tú, será otro. Tengo un miura en la casa, y no le pienso aguantar ni un segundo más. 
Joder que tía, pense, no se corta un pelo. Va por derecho, es legal, de las que a mí me gustan, pero...Siempre el "jodío" pero...
Ni tú ni yo, en ningún momento estuvimos enamorados. Solo existió el goce sexual, y este ha durado lo que esta relación: quince días.
Mientras duró fuimos la pareja ideal; formando un solo beso, un solo verbo, un solo cuerpo.
En la despedida me confesó que...: el marido era su jefe y se habían dado esos días de permiso para ver si en realidad estaban tan encoñados cómo se suele estar cuando la rutina va ganando a la ilusión. Cada cuatro meses ambos liberaban su sexualidad con otras personas, siempre distintas sin importar la clase social, economía ni mucho menos pudores e inhibiciones.  
Destripadores del amor romántico, sin la mayor ética. Actores del sexo, nada más, que se dedican a jugar con los sentimientos de los demás. Todo lo tenían calculado, planificado.
Si hubiese dicho sí a la relación, ella me hubiese respondido, no. Solo eran asiduos a esta clase de diabluras para tener encencida su llama débil de efusión.
A partir de entonces ligo en la cola del paro del amor, como un parado más de esta faceta; porque desde entonces he perdido aquellas dotes que creí poseía y que resultaban tan facilonas que no eran posibles fuesen reales, ciertas. 
Cuando fui a pagar el hotel me dijo: El hotel está pagado -hizo la reserva mi marido-, desde el primer día hasta hoy, de ello se encarga la sociedad de gananciales que tenemos y con la cual nos divertimos.
Respiré hondo, tragué saliva y mala leche...Al final vimos el río Tajo; yo no sabía si tirarme a él sin saber nadar o tirarla a ella más que supiera; mientras el agua discurría lenta por su cauce llevando nuestra sucia pasión a morir al mar y nuestros chat a la papelera del olvido.

                                                             

















 

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