13 octubre, 2012

La quinta del biberón



LA QUINTA DEL BIBERÓN

Hombre hecho de paja y pedernal, incapaz al desaliento, forjado en junco carnal, flexible al incivil  viento de España, es ya militar, un biberón en movimiento: joven, bizarro y cabal, alistaron casi un chaval.
A desolados familiares dejó llorando, ajeno a la guerra de militares. “Voy”, dijo él, tan leal y bueno. Murieron ciento de millares por dejar honrado el cieno de la jacobina patria: fue su canto de cisne y aria.
Aquí su nombre aún yace, anónimo sin él querer, y en el fondo de mí nace la voz ronca de sostener que la guerra se rehace con el arsenal del poder: aquí el hombre de siempre amarillo murió con un ceroso brillo.

Hace años que hice este poema en Benarrabá dedicado a los del título.

La batalla del Ebro

Tras el colapso de Aragón, el gobierno republicano se dispuso a reconstruir un ejército con los restos de las formaciones que se habían replegado hacia Cataluña. La República tenía el Segre, al oeste, y el Ebro, al sur, como razonables líneas de defensa tras las que reorganizar a sus tropas, contaba con algo más de 18.000 toneladas de material de guerra que había cruzado la frontera francesa entre mediados de marzo y mediados de junio y disponía, además, de más tiempo del que podía haber esperado gracias a la ofensiva de los nacionales sobre Valencia. A finales de la primavera y principios del verano, la República llamó a filas a los reservistas de las quintas de 1925-1929 y 1940-1941 y pudo, así, organizar doce nuevas divisiones con reclutas que iban desde los dieciséis años -la célebre «quinta del biberón»- hasta hombres maduros, ya padres de familia, con aquellos que antes habían sido considerados exentos porque sus especialidades les hacían necesarios para la industria de guerra e, incluso, con prisioneros del ejército nacional. Para un brigadista curtido aquellos soldados «eran muy jóvenes, casi sin ninguna instrucción militar, y muchos de ellos eran prisioneros del ejército de Franco que habían aceptado unirse a las tropas republicanas»
La Guerra Civil Española (Antony Beevor)
Lo mejor que he leído hasta ahora de tan amarga guerra.
Anexo al poema “La Quinta del Biberón”

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