18 octubre, 2012

Y aquí, para cuándo una exposición


PAUL GAUGUIN ESTÁ AHORA EN MADRID
Cuando se vive en un pueblo pequeño toda faceta artística de cierta calidad y resonancia suele faltar o no aparece. Nos puede visitar el circo, el de siempre, el de las fieras feroces; el otro, el referente a los políticos feriantes jamás nos abandona y nos persigue por doquier. Pero yendo al meollo de la cuestión, lo que es asistir a grandes exposiciones de pintura, retrato, o fotografía de grandes genios -de esos que de vez en cuando viajan y hacen de su presencia evento principal por medio de la obra y sin tener de dicha mudanza y ajetreo la más aquiescencia ni permiso, puestos por aquellos intereses mediáticos a disposición de lugares dónde ellos nunca hubieran deseado pisar y…sin dejar de descansar, apenas unas semanas, porque si pudieran llevar la contraria, quizá Gauguin exclamara: “¡…no me mováis más, que me estáis mareando, coño, ya está bien de tanto cuelgue y descuelgue, tanto país y tanta galería, tanta mirada indiscreta que hace sonrojar a mis ardientes mujeres…qué ante mí no conocieron el pudor !”-, de esos decía, genios, no tenemos ni la más pajorera idea.
Esos grandes eventos quedan contratados en los sitios de postín, usando un símil taurino, digamos que solo van a torear a plazas de primera, a las portátiles “ni está ni se le espera”.
Yo le contestaría, no se lo tome usted a mal, Monsieur Gauguin, “Déjenos que contemplemos aunque solo sea un fin de semana sus exóticas mujeres y sus exuberantes pinturas; concédanos aunque solo sea una vez pasarse y posarse por este pueblecito de Benalup-Casas Viejas, que es el que tiene más paro de toda España; que nos haría muy bien a toda la comarca de La Janda, que fíjese hasta ha dejado de ser la mayor laguna del país; que apuesto doble contra sencillo que al menos desde el gran Mañez (D.E.P.) también artista posmodernista y primitivo africano, hasta el escolar más benjamín se lo agradecerían, se lo agradeceríamos; ya que la fortuna del trabajo no asoma por aquí, nos visite al menos la cultura y no malgastemos el tiempo: acaso con un solo cuadro suyo nos valdría, y sería usted recibido por lo menos como “Bienvenido, Monsieur Paul Gauguin”, y saldríamos incluso a recibirle como en sus hechizadas escenas tahitianas.
“¡Por favor!: que le da cuelgue más o cuelgue menos!”. A nosotros, a toda La Janda su obra la bañaría de eterna e ilusionante pintura, nos sacaría de esta falta de ideas, porque hoy aquí solo se pinta hambre, muermo, amodorramiento, apatía y paro hasta decir, ¡Ya basta!.
Mientras tanto, solo nos quedará Mañez, nuestro mejor artista y que tanto se le quiso parecer.

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