27 marzo, 2012

Tareas domésticas



Las tareas domésticas me aburren sobremanera, ya sean de la clase que sean, y aun llevando muchos años practicando no me hago a ellas. Es una cosa que al principio me stresaba, incluso llegué a hacer huelga de brazos caídos. Después me vencieron las circunstancias; mejor dicho me convencieron, y sencillamente: me adapté. 
Empezaré por decir que nunca hago la cama hasta la hora de dormir, si en la noche anterior no me he movido mucho, lo más que hago es tirar un poco de sábanas y colchas para atrás para que se aireen; si la noche fue convulsa, entonces someramente, sí toca hacerla. Tengo una lucha feroz con los platos sucios de la comida, no es de extrañar que mi vecino oiga el estrepitoso ruido que produzco cuando estoy inmerso en tan horrorosa faena, porque es una faena, y alguno no llegará a estar guapo del todo, porque al ser como soy un poco-bastante inútil se me escurre y al puto suelo  van a estrellarse; ahora toca ir a por el cogedor y recoger los grandes-pequeños pedazos que se esconden en los sitios más inverosímiles. Luego que si limpiar la cocina -los fuegos-, donde siempre se me sale la leche -la mala-,  al menor descuido, nada más por ir un segundo a orinar. Toca barrer por debajo de las camas donde no hay vez que pase el cepillo y salga limpio de pelusas, no sé como tienen ese don de multiplicarse.
Después recojo la ropa, la introduzco en la lavadora y con sus correspondientes ingredientes la pongo en marcha. Es lo único que se me da más regular, a pesar que no ha sido la primera vez que los calzones blancos han salido de los más variopintos colores; azul, rosa...por mezclarlos como Vds. bien saben con ropas de color, estando además el agua calentita...Es lo que menos me irrita. La programo y me las piro.
Para ser sincero, esto no lo hago todo los días, pues mi especialidad consiste en trabajar en cadena, así que depende siempre del estado de ánimo que tenga para que se lleven a cabo.
Una vez barrida la casita, la la ra la ri ta, aseo y desayuno y ese primer cigarro, que casi me sorbo...y ese humo me llega hasta los pies, mientras estoy pensando en los próximos “trabajitos”.  
Ahora a tirar la basura y con  el carrillo de la compra, pues eso, a hacerla. Como es un pueblo muy pequeño es atípico ver a un hombre -el único- que se vaya del pueblo todos los días de viaje con su maleta rolante, como al principio me preguntaban; “no señora, no marcho de viaje, voy a comprar”. Son las diez y paro a tomar un café en el bar. Hablar del tiempo y de alguna pequeña novedad política, entonces aparece el alcalde y parte de la corporación municipal, quedasé el mundo callado, y ya solo se escucha al edil y sus adláteres.  
Son las once y media, está todo colocado y en su sitio. Tiendo la ropa y “plego”.
Como hace un excelente día preparo mi “chicharra” y me voy a dar un paseo a Ronda - a 33 km – cambio de aires y me tomo otro café con mi amiga Karola, por cierto me invitó a comer y después asistimos a un festival flamenco.
Se hizo de noche y como no me gusta conducir cuando todos los gatos son pardos y menos gaseando cerveza y tampoco me gusta soplar gaitas y mi amiga Caro-la, leer al revés, me aconseja mejor me quede a dormir, me quedo; ¡mira qué bien, cómo todo lo tengo hecho, pues vale!; bueno lo de dormir es una broma de buen gusto.
Al día siguiente algunas tareas domésticas no fueron de mi incumbencia. 

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