Las tareas
domésticas me aburren sobremanera, ya sean de la clase que sean, y aun llevando
muchos años practicando no me hago a ellas. Es una cosa que al principio me stresaba, incluso llegué a hacer huelga de brazos caídos. Después me vencieron las circunstancias; mejor dicho me convencieron, y sencillamente: me adapté.
Empezaré por decir que
nunca hago la cama hasta la hora de dormir, si en la noche anterior no me he
movido mucho, lo más que hago es tirar un poco de sábanas y colchas para atrás
para que se aireen; si la noche fue convulsa, entonces someramente, sí toca hacerla. Tengo
una lucha feroz con los platos sucios de la comida, no es de extrañar que mi
vecino oiga el estrepitoso ruido que produzco cuando estoy inmerso en tan
horrorosa faena, porque es una faena, y alguno no llegará a estar guapo del todo, porque al ser
como soy un poco-bastante inútil se me escurre y al puto suelo van a estrellarse; ahora toca ir a por el
cogedor y recoger los grandes-pequeños pedazos que se esconden en los sitios
más inverosímiles. Luego que si limpiar la cocina -los fuegos-, donde siempre
se me sale la leche -la mala-, al menor
descuido, nada más por ir un segundo a orinar. Toca barrer por debajo de las camas donde
no hay vez que pase el cepillo y salga limpio de pelusas, no sé como tienen ese
don de multiplicarse.
Después recojo la ropa,
la introduzco en la lavadora y con sus correspondientes ingredientes la pongo
en marcha. Es lo único que se me da más regular, a pesar que no ha sido la primera vez que los calzones blancos han salido de los más variopintos colores; azul, rosa...por mezclarlos como Vds. bien saben con ropas de color, estando además el agua calentita...Es lo que menos me irrita. La programo y me las piro.
Para ser sincero, esto no lo hago todo
los días, pues mi especialidad consiste en trabajar en cadena, así que
depende siempre del estado de ánimo que tenga para que se lleven a cabo.
Una vez barrida la
casita, la la ra la ri ta, aseo y desayuno y ese primer cigarro, que casi me sorbo...y ese humo me llega hasta los pies, mientras estoy pensando en los próximos “trabajitos”.
Ahora a tirar la basura
y con el carrillo de la compra, pues
eso, a hacerla. Como es un pueblo muy pequeño es atípico ver a un hombre -el
único- que se vaya del pueblo todos los días de viaje con su maleta rolante, como al principio me
preguntaban; “no señora, no marcho de viaje, voy a comprar”. Son las diez y
paro a tomar un café en el bar. Hablar del tiempo y de alguna pequeña novedad
política, entonces aparece el alcalde y parte de la corporación municipal,
quedasé el mundo callado, y ya solo se escucha al edil y sus adláteres.
Son las once y media,
está todo colocado y en su sitio. Tiendo la ropa y “plego”.
Como hace un excelente
día preparo mi “chicharra” y me voy a dar un paseo a Ronda - a 33 km – cambio de
aires y me tomo otro café con mi amiga Karola, por cierto me invitó a comer y
después asistimos a un festival flamenco.
Se hizo de noche y como
no me gusta conducir cuando todos los gatos son pardos y menos gaseando cerveza y tampoco me gusta soplar gaitas y mi amiga
Caro-la, leer al revés, me aconseja mejor me quede a dormir, me quedo; ¡mira qué bien, cómo todo lo tengo
hecho, pues vale!; bueno lo de dormir es una broma de buen gusto.
Al día siguiente algunas
tareas domésticas no fueron de mi incumbencia.
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