Los bocadillos dejaron de ser de aquel
jamón tan bueno. Las marcas blancas inundaron la nevera. El pollo y el
cerdo, la base de la proteína. La imaginación se impuso en los guisos y
los caprichos desaparecieron de la despensa. Aquellos vinos de los que
tanto hablaban, un recuerdo. Se acostumbraron a no pasar por delante de
algunos lineales del supermercado. Poco a poco, sin estridencias, se
fueron deslizando por un tobogán que no era un juego. Tenemos al niño
con fiebre, se disculparon para no ir a aquella cena. Una migraña. Una
visita inesperada… Las excusas se iban acumulando. Y ellos cada día más
encerrados. Haciendo sumas y más sumas que nunca cuadraban.
Precipitándose en un descenso cada vez más rápido e imparable. Llegó el
día en que ninguna de las tarjetas funcionó en la caja del supermercado.
Qué raro, llamaré al banco, dijo ella, guárdame las bolsas que ahora
vuelvo. Más excusas. Más vergüenza. El vértigo, ya imparable. La
angustia cortando la respiración y el pensamiento. No hay crédito. Todo
el dinero para la hipoteca. Un día se descubrieron suplicando a una
asistente social. Otro, recogiendo una botella de zumo, dos de leche,
pasta, arroz, aceite, pollo… Todo lo colocaron rápidamente en el carrito
de la compra. Nada más llegar a casa desprendieron las etiquetas:
Programa de la UE para el Banco de Alimentos. ¿Cómo hemos llegado
nosotros aquí? Que nadie vea. Que nadie sepa.
Para contar no es necesario meter el dedo en la herida, es decir; no
hay que abusar de la miseria humana que nos lleve a perder los estribos,
a martirizar incluso al que se pudo equivocar, a perseguir, culpar o
condenar con toda la inquina, el rencor u odio al malhechor. Hay que contar la verdad, para ello es necesario aportar datos
contrastados, sin eufemismos, tampoco con exageraciones, paso a paso,
con el máximo detalle, -con pelos y señales- y que solamente sea nuestra
meta la de llevarnos a un final esclarecedor, donde no haya lugar a la
duda y nos permita conocer que es lo que exactamente ocurrió, sin
dejarnos influir jamás por ninguna circunstancia que pueda alterar esa
búsqueda imparcial, limpia y justa. El que busca o dice la verdad va a
pecho descubierto y no teme o debe temer lo que le pueda venir encima,
porque siendo aquella poderosa nada es capaz de vencerla, ni el más
tirano ni el más abyecto personaje. Hay que conceder también a la otra parte su libertad a poderse defender,
a negar si hubo manipulación, estando en su derecho si ve en algo que
pudiera ser una villanía contra su persona o grupo, denunciarlo en su
caso con las consiguientes indemnizaciones por daños y perjuicios. Que
sepa el difamador, injuriante o maledicente que no puede ir libremente
por la vida montándose su novela o su película. Si lo que cuenta es una
patraña, lo de “irse de rositas”, nada de nada. Este sujeto o sujetos
son los que mayor daño hacen a la sociedad, porque a conciencia la
sublevan, la deforman, la engañan y pueden llegar con su conducta a
condenar a un inocente. Las generalizaciones sobran y en una acusación “nunca se podrá tirar la
piedra y esconder la mano”, cosa que a menudo ocurre, y se habla o se
escribe en una gran mayoría de las veces, “se dice el pecado y no el
pecador”, y aquí ese juego no vale, por lo menos a mí no me vale. Quién
se esconde detrás de ¿…alguien, hay personas…algunos, etc.?, no merecen
mi respeto y veo la cobardía y la falsedad intrínsecamente unida. Cuando
esto último ocurre por sistema, lo contemplo como un complejo de
inferioridad. Es fácil sacar a la luz una oscuridad, alumbrar y demostrar sobre todo
lo que algo está todavía en el fango, desenterrarlo; pero también es muy
fácil caer en ese cieno, embarrarse, y ser prisionero de su ego, por
haber querido ser un héroe o un valiente, y haberse convertido solo en
un insensato, en un osado irresponsable, precipitado hacia la calenturienta ligereza y la colérica
venganza. Desde luego si por algo admiro a Antonio Muñoz Molina es porque al leer sobre todo sus
artículos, desde 1990 hasta hoy, aparte del valor narrativo, ya que un día sí y otro también son una denuncia generosa y valiente, pero con
acumulación de datos, bien sea de obras o de nombres continuamente; y
cuando piensas que claro ha sido o que coraje tiene este hombre, a mí
no me extraña nada: pues lo he visto torear en plazas más duras a
miuras con malísimas intenciones, ¡vamos!, “resabiaos”.
Óscar Jaenada en una imagen de la película 'Todos estamos invitados',de Manuel Gutiérrez Aragón.
Hay que ponerse a contar. A contar en el sentido aritmético y en el
sentido narrativo. Hay que contar para recordar y hay que contar para
comprender, y hay que contar también para que el recuerdo y la
comprensión de lo vivido por otros se transmute en experiencia personal
de esa manera íntima que quizás sea posible a través de la literatura, o
de esa forma de novela visual que es el cine. Hay que contar
exactamente lo que pasó y hay que empezar a hacerlo ahora que todavía
viven y están lúcidos la mayor parte de los protagonistas, los testigos,
las víctimas no ejecutadas. Hay tiempo, pero es urgente. Y no solo
porque, como reflexionó con tanta melancolía Primo Levi, la memoria es
falible y se debilita a cada momento. Hay que contar para que no se
imponga la tergiversación y para que los verdugos y los responsables no
cuenten con ese eficaz aliado del crimen, el olvido. Hay que contarlo todo, desde luego. No se mata ni se tortura a nadie,
ni a quien ha matado o torturado. Y hay que contarlo todo no por
equidistancia sino por amor a la verdad y porque sin el recuerdo
completo no es posible ese logro tan difícil, y sin embargo tan
necesario, la reconciliación, o al menos la convivencia razonable. Hay
que contar el número de los asesinados, de los perseguidos, de los
chantajeados, de los expulsados, de los torturados. Es importante la
máxima exactitud posible de las cifras para hacerse una idea de la
magnitud de la epidemia. Hay que saber cuántos se fueron porque ese
número es un indicio del éxito de quienes mataban o acosaban para
limpiar el censo electoral de votos hostiles. Habría que saber, pero no
es posible, cuántos que deberían haber alzado la voz eligieron callar;
cuántos fingieron aquiescencia con la conformidad impuesta por los
criminales; qué porcentaje de gente hace falta que se someta o que calle
para que una comunidad entera quede sometida, sobre todo en esos
lugares donde se conoce todo el mundo y no es posible el refugio del
anonimato: un claustro de instituto o de facultad, por ejemplo, un
pueblo pequeño, una empresa. Es relativamente fácil contar el número de
los asesinados, los heridos, los mutilados para siempre, pero no puede
hacerse el censo fiable de todas las vidas que quedaron destruidas o
dañadas por la lenta onda expansiva de cada crimen, que prolonga su
efecto, invisible desde fuera, a través de los años y de las
generaciones. Hay que contar para recordar y hay que contar para comprender.
Para saber algo sobre eso hace falta la otra forma de contar: la
narrativa. España es un país en el que se reivindica la memoria tan
perezosamente, tan retóricamente, que los mayores esfuerzos tienden a
hacerse cuando quienes pudieron y debieron contar están ya muertos. Hace
falta levantar el gran archivo oral de todos los que han sufrido, los
que han vivido para contarlo, los conocidos y los desconocidos, los
iletrados y los filósofos, cada uno de ellos depositario de una tesela
en lo que será el gran mosaico de una historia monstruosa, y quizás
también ejemplar. Algo tienen siempre en común todos los verdugos
ideológicos, los intoxicados por la religión y los intoxicados por el
milenarismo político, y los peores de todos, los que de un modo u otro
han combinado los dos, y por lo tanto han matado todavía con más
convicción, porque se aseguraban la salvación de las almas al mismo
tiempo que creaban el paraíso sobre la tierra: tienen en común que no
ven personas individuales, sino grandes grupos humanos, abstracciones
sagradas y abstracciones repulsivas, masas que merecen la salvación o
masas que merecen el exterminio. Ven al proletariado, ven a la raza, ven
al pueblo, y los ven en una apoteosis de beatitud o de maldad, ven a la
comunidad de los fieles o a la de los infieles, pero más allá no ven
nada, y si se fijan en alguien en concreto es para verlo como la
representación de algo, de alguna clase de identidad colectiva, y a
continuación lo idealizan o le pegan un tiro, lo abrazan o lo expulsan,
pero siempre sin fijarse mucho, porque padecen una extraña aflicción
ocular que les impide distinguir rasgos individuales, o porque
consideran que esos rasgos carecen de importancia. De modo que frente a las abstracciones hay que levantar las
identidades personales y los nombres, meticulosamente, y para eso nada
más útil que las artes narrativas, las novelas y los cuentos y los
libros de memorias y las crónicas, los documentales y las películas de
ficción. Otra cosa que tienen en común los verdugos y sus cortesanos es
la facilidad para el olvido, la urgencia casi jovial por “pasar página”,
por “mirar más hacia delante y menos hacia atrás”, etcétera. No hay
injurias más fáciles de olvidar que las que han sufrido otros, sobre
todo si es uno mismo el que las ha cometido. Y como también explicó
Primo Levi, los que han cometido crímenes o han sido cómplices tienen la
extraordinaria facultad de convertir la mentira sobre el propio pasado
en recuerdo verdadero. Cuanta más información haya, cuantos más testigos
hablen, cuantas más historias se cuenten, más difícil será que
prevalezca la mentira o que se imponga demasiado pronto el olvido. Algo que tienen en común los verdugos y sus cortesanos es la facilidad para el olvido. Cuando uno está lejos le afectan todavía más ciertas historias. Me
acuerdo de la pena inmensa de ver hace unos años en el Centro Rey Juan
Carlos de Nueva York el documental de Iñaki Arteta sobre algunas de las
víctimas menos conocidas del terrorismo, Trece entre mil. Y
esta semana he revivido ese mismo desgarro viendo en el Cervantes, que
dirige ahora con energía recobrada Javier Rioyo, la película de Manuel
Gutiérrez Aragón Todos estamos invitados, y escuchando a dos
novelistas que han escrito con claridad y potencia literaria sobre las
vilezas más sórdidas de las que se alimenta el terrorismo, José Ángel
González Sainz y Fernando Aramburu. Gutiérrez Aragón muestra cómo el
crimen, el chantaje y el miedo pueden coexistir fluidamente con los
rituales de una sociedad próspera en la que el pistolero y su víctima
viven sumergidos en una misma y vaga zona gris en la que se confunden
los cómplices, los instigadores de manos limpias, las personas decentes
pero cobardes, los indiferentes, los distraídos. En Ojos que no ven, González Sainz hizo una crónica de lo real que tiene por dentro una armazón de fábula. Años lentos,
de Fernando Aramburu, es una novela construida con esa infrecuente
destreza que alía la transparencia y la complejidad: una novela sobre
gestaciones más o menos frustradas —la de una criatura, la de un joven
terrorista— que trata también de la gestación de una novela. Los “años
lentos” son los del declive a la vez desganado y siniestro del
franquismo, ese pasado ya remoto que en las páginas de Aramburu nos da
escalofríos a quienes lo conocimos, un tiempo de torturadores
bronquíticos de tabaco negro y palillo de dientes y de sotanas lúgubres
que empezaban a bendecir a los pistoleros tan untuosamente como recibían
bajo palio al viejo tirano sanguinario.
Para esto vale el oficio al que nos dedicamos: para que nada se quede sin contar.
Trece entre mil. Una herida abierta (2005). Iñaki Arteta. www.treceentremil.com. Todos estamos invitados (2008). Manuel Gutiérrez Aragón. www.clubcultura.com/clubcine/clubcineastas/gutierrezaragon. Ojos que no ven. José Ángel González Sainz. Anagrama, 2010. Años lentos. Fernando Aramburu. Tusquets, 2012.
Durante 40 años los vencedores tuvieron tiempo de falsear la realidad
adaptándola a su propaganda. Sostuvieron, hasta la náusea, que la
República fue un periodo oscuro y nefasto de la historia española que
trató de inocular a los buenos ciudadanos las ideas libertarias y ateas
con el único propósito de aniquilar la esencia de la nación española,
versión tridentina. La España que alumbró la II República no era un
exótico y aislado producto generado por nuestro pasado histórico, estaba
inmersa en un contexto internacional que no puede ser ignorado.
En Francia gobernaba un Frente Popular claramente inclinado hacia la
izquierda. En Alemania, la República de Weimar se desmantelaba ética y
políticamente abriendo paso al nazismo. El Reino Unido, todavía potencia
colonial, se había entregado en manos de los conservadores temerosos de
la pujanza de la Revolución Bolchevique.
En este mosaico, los políticos republicanos españoles tenían que
desarrollar su estrategia. Las tensiones y la violencia no eran
distintas de las que se vivían en Europa. Trataron de recuperar el
tiempo perdido y dotarse de un texto constitucional al que nadie puede
negar su profundo contenido democrático. Para evitar juicios de valor precipitados, conviene detenernos en
abril de 1931 y, a partir de este momento, analizar la realidad política
que reflejaba la configuración de la sociedad española en estos
momentos. Las fuerzas políticas que salieron de la voluntad popular
reflejaban un mayoritario sentimiento republicano como única vía para
sentar las bases de una democracia avanzada.
El texto constitucional de 9 de diciembre de 1931 nos situó en la
vanguardia de los países de tradicional cultura democrática. Por primera
vez en nuestra historia, se proclama que la soberanía reside en el
pueblo del que emanan todos los poderes de los órganos de la República.
Se incorporan a nuestro ordenamiento jurídico las normas internacionales
que tenían su origen en el Convenio de La Haya sobre las leyes y
costumbres de la guerra. Por obra y gracia de unos legisladores
avanzados y profundamente implicados con los valores universales de la
democracia. Los poderes políticos, comenzando por el jefe
del Estado, deben tributo y reconocimiento a nuestro más inmediato
eslabón democrático
Anticiparse en más de 15 años a las modernas corrientes del Derecho
Internacional consuetudinario, nacido en Nuremberg, creo que debe ser
anotado en el haber de los constituyentes republicanos.
Pero no se agotan en este punto los avances pioneros del texto
constitucional. Se reforzaba la unidad del Estado de forma semejante a
nuestra actual Constitución. Se deslindaban las competencias entre el
Estado y las regiones marcando sus límites de forma tajante: “En ningún caso se admite la Federación de Regiones Autónomas”. Compárese con el actual articulo 145 “En ningún caso se admitirá la Federación de Comunidades Autónomas”.
Las tesis dictatoriales, asumidas por sedicentes demócratas,
sostienen que la Constitución republicana pretendía disolver la familia
tradicional. Pueden repasar su texto y comprobar que la familia estaba
bajo la salvaguardia especial del Estado, admite el divorcio pero es
inflexible con la obligación de alimentar, asistir y educar a los hijos.
El Estado se comprometía a prestar asistencia a los enfermos y ancianos
y protección a la maternidad y la infancia, haciendo suya la
“Declaración de Ginebra” que contiene la tabla de los derechos del niño.
Como puede verse, todo un proyecto disolvente y destructivo de la
dignidad de España.
Regula la expropiación forzosa con criterios semejantes a los de la
actual Constitución y añade que, en ningún caso, se impondrá la pena de
confiscación de bienes. La enseñanza primaria será gratuita y
obligatoria y se establece una especial protección para los campesinos y
los pescadores.
La revolución cultural pendiente se pone en marcha. La alfabetización
es una prioridad y la difusión de la cultura a todos los estratos
sociales un objetivo en el que se compromete la intelectualidad
española. La enseñanza pública alcanza a todos los niveles. La poesía
vive un segundo siglo de oro. No hubo tiempo para conseguir los
objetivos. Los intelectuales comprometidos vivieron la cárcel y el
exilio, si habían conseguido salvar su vida.
Las posiciones equidistantes entre la República y la Dictadura
degradan el debate político limitándolo a un insoportable conflicto
entre vencedores y vencidos en una guerra civil desatada por los
golpistas militares. El aparato político-legislativo de la Dictadura se
derogó expresamente por la actual Constitución. Ninguno de sus
materiales podía ser aprovechado por resultar absolutamente
incompatibles con los principios democráticos. La democracia española no
surge de la nada, es el producto de la lucha de los partidos políticos y
sindicatos que construyeron la II República junto con nuevas
generaciones que ansiaban las libertades que disfrutaban sus
conciudadanos europeos. Fueron arrebatadas por la fuerza de las armas y
secuestradas durante 40 años por un régimen cruel hasta el final de sus
días.
Sin pasado no hay mañana. Los poderes políticos, comenzando por el
jefe del Estado, deben tributo y reconocimiento a nuestro más inmediato
eslabón democrático. Sepultar, con todos los honores, los restos del
presidente Manuel Azaña “en esta tierra que nos ha de cubrir a todos” sería un buen paso hacia la dignidad democrática y el mejor homenaje a nuestros republicanos.
José Antonio Martín Pallín es magistrado del Tribunal Supremo. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas.
No es difícil imaginar la sorpresa que se llevaría Joaquín Pereyra,
cónsul español en Burdeos, cuando, tras presenciar la exhumación del
cadáver de Francisco de Goya, se dio cuenta de que al ilustre pintor le faltaba la cabeza.
Pereyra
había encontrado la tumba de Goya en una de sus visitas al cementerio
de Burdeos donde descansaba su difunta esposa. El pintor había sido
enterrado junto a los restos de su consuegro Martín Miguel de Goicoechea
en un mausoleo y Pereyra, tras el descubrimiento, decidió tramitar el
regreso de los cadáveres a España. Tras la exhumación,
el cónsul informaba consternado que la cabeza del pintor no se
encontraba en el féretro. "Y precisamente todo induce a creer que los
huesos encerrados en esta última caja son los de Goya, por ser los
huesos de las tibias mucho mayores que los contenidos en la caja de zinc,
y además haberse encontrado restos de un tejido de seda de color
marrón, que debe ser los del gorro con que se presume fue enterrado
Goya", relataba.
A pesar de todo, los restos de Goya fueron trasladados a España, pero la desaparición de la cabeza del artista aún sigue siendo un misterio.
La hipótesis más aceptada es que alguien asaltara la tumba y robara su
cráneo para hacer estudios frenológicos. La frenología, una
pseudociencia que pretende adivinar rasgos de la personalidad y
tendencias criminales a partir de la forma del cráneo,
estaba muy en boga en la época de la muerte del pintor. De hecho,
algunas teorías apuntan a que Goya accedió a que su amigo Jule Laffargue
le cortara la cabeza después de muerto para realizar el correspondiente
estudio frenológico.
Otras investigaciones revelan la existencia
de un cuadro del pintor Dionisio de Fierros en cuya parte trasera se
leía la inscripción "El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849". Al
parecer, un nieto de Fierros afirmaba que su abuelo tenía en el estudio
una calavera que bien podría ser la del artista. El cráneo podría haber acabado en Salamanca, ciudad donde uno de los hijos de Fierro se licenció Medicina. Según esta versión, el estudiante, sin conocer que los restos óseos eran los de Goya, se los dio a comer a un mastín que le perseguía por las calles de la ciudad. Mientras
que los demás restos mortales del pintor descansan hoy en la ermita de
San Antonio de Florida, en Madrid, el destino final de la cabeza de Goya
sigue siendo un misterio.
Las
circunstancias de la vida te exige algunas veces hacer un trabajo o tomar una
determinación que no es la que nos gusta o deseamos, mas llegará un día que se
te presentará la ocasión posiblemente de cambiar. Si te percatas de ese momento,
y tienes el suficiente coraje para intentar modificar el transcurso de la
manida corriente, tu vida, tomará otro
rumbo, no sé sabe nunca si mejor o peor;
pero la satisfacción de haberlo intentado será inmensa y esa duda o
temor que mantenemos muchos ante lo que pudo haber sido y no fue, al menos se
habrá disipado por siempre, y para tu paz interior no habrá mejor compensación.
Cuando
las cosas se hacen además con gusto, ya sea realizar un trabajo o elegir tu
rato de ocio, ese placer no hay quien te lo pueda arrebatar y apenas
notas el esfuerzo que realizas. Esa es la sensación que yo experimento cuando
estoy enfrascado en el apasionante mundo de los libros o cualquier otra faceta
que me cautive, y por regla general tiene otro añadido positivo: que la obra
suele salir más que regular.
Así le pasa a mi amiga
Susanna que en su devenir cada vez hace mejores videos, como este que acabo de
recibir y que os regalo con mucho gusto.
De la revista MUY INTERESANTE En 1972 se lanzaba el Apolo XVI,
la quinta misión tripulada a la Luna y que fue considerada una de las
más fructíferas por la cantidad de experimentos científicos y muestras
geológicas que se recogieron. A bordo de la nave viajaba Charles Duke, quién, a sus 36 años de edad, se convertiría en el astronauta
más joven en pisar la Luna. Ahora, 40 años más tarde aprovechamos su
paso por la exposición "NASA, la aventura del espacio", para charlar con
él.
Muy Interesante: Astronauta, ¿se nace o se hace? El
astronauta no nace, se hace. Cuando yo era pequeño no había programa
espacial, ni astronautas, yo no me imaginaba que algún día iría a la
Luna. Pero me encantaba la aviación, ¡quería volar! Y cuando me convertí
en piloto ya había un programa para astronautas. Yo era muy joven, y
pensé que un viaje al espacio sería el vuelo más fantástico que podría
hacer, así que comencé a prepararme.
Muy Interesante: ¿Qué pensó cuando vio a Armstrong pisar la Luna por primera vez? Nos comunicamos cuando aterrizaron en la Luna.
Yo estaba muy emocionado y orgulloso pero también fueron momentos de
nervios, había pocos segundos para aterrizar. Hicieron un buen trabajo.
Muy Interesante: ¿Y que sintió cuando la tragedia del Apollo XIII casi termina con la vida de todos los astronautas? Yo
estaba en el equipo como suplente, por lo que me sentía muy cercano a
la tripulación del Apollo XIII y al desarrollo de la misión. Todo
terminó bien, pero fue un duro trabajo.
Muy Interesante:Usted pisó la Luna en 1972, ¿cuál es su mejor y su peor recuerdo de la misión? Mi
mejor recuerdo es el aterrizaje. Llegué a una zona donde no habíamos
estado nunca, y todos los objetos que se apreciaban desde las
fotografías eran mayores de 15 metros. Sin embargo, en la Luna hay un
montón de "problemas" que miden menos de 15 metros: cráteres, rocas...
así que la maniobra de aterrizaje fue muy dinámica. El peor recuerdo es
del momento en que nos íbamos de la Luna, no era capaz de coger impulso
para saltar a la nave. Pasé miedo, pudo ser un desastre pero
afortunadamente lo solucioné y todo fue bien. No me maté... ¡pero podría
haberlo hecho!
Muy Interesante: Hay muchas curiosidades sobre los viajes espaciales, pero una de las más habituales entre nuestros lectores es: ¿por qué andáis dando saltos? Como
tienes poca gravedad y las botas son rígidas no puedes caminar normal.
Tienes que ir dando pequeños saltitos, con los pies juntos, o paso a
paso, dependiendo de si subes o bajas por una colina.
Muy Interesante: En esta exposición podemos ver las
naves, objetos, trajes, comida... con los que ustedes viajaron... ¿Qué
siente cuando los ve aquí expuestos? Las maquetas son muy
buenas, se trata de un despliegue muy realista que me hace recordar las
72 horas que pasé camino de la Luna y el momento en el que la vimos por
primera vez, con todos sus cráteres...
Me hace pensar en todos los hitos que conseguimos y me trae muchos
buenos recuerdos el ver todos estos objetos aquí expuestos.
Muy Interesante: ¿Cómo se siente cuando contempla la Luna desde su casa? Actualmente
yo miro la Luna y me siento satisfecho por lo que fui capaz de hacer.
De todas formas todavía la veo de manera romántica, a mi mujer y a mí
nos gusta mucho estar al aire libre contemplando la belleza de la Luna.
Muy Interesante: Muchos lectores escépticos nos han
preguntado sobre si fue realmente cierto que el hombre pisó la Luna.
¿Cómo les convencería? La manera más corta de hacerlo es ir a
la web de la NASA y buscar Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO). Allí hay
toda una serie de fotografías en las que se ven los lugares de
aterrizaje del Apollo, las huellas... así que es obvio que estuvimos en
la Luna. Y, si fingimos llegar a la Luna, mi pregunta es: ¿por qué lo
fingimos tantas veces? Fuimos a la Luna en nueve ocasiones, aterrizamos
seis. Además, tenemos unos 3.000 kilos de rocas únicas que no se
encuentran en la superficie terrestre. Todo demuestra que estuvimos
allí.
Muy Interesante: Uno de los argumentos de este grupo de
escépticos es que el hombre no ha pisado la Luna en los últimos años
¿Por qué no hemos vuelto? Realmente el hombre sí que ha
vuelto, tenemos naves orbitando a la Luna desde entonces. De todas
formas sido una decisión política, técnicamente podemos volver a la Luna
si nos gastamos el dinero, pero la opción en EEUU y en el resto del
mundo ha sido no hacerlo. Yo creo que es un error porque si lanzásemos
un programa para ir a la Luna o a Marte podríamos desarrollar nuevas
tecnologías, estimular la economía... pero repito que ha sido una
decisión política.
Muy Interesante: Entonces usted no está de acuerdo con la reducción de presupuesto para la exploración espacial... No,
no lo estoy. Yo creo que deberíamos tener un gran programa espacial y
crear tecnologías que pudiéramos usar por todo el mundo en el futuro.
También favorecería la creación de empleo... un programa espacial potente mejoraría la economía y es relativamente barato si lo comparamos con otras cosas. Muy Interesante: ¿Retrasará mucho esta disminución del dinero la llegada del hombre a Marte? Creo
que sí. Necesitamos adquirir más experiencia en viajes espaciales. Por
ejemplo, montar una estación en la Luna en la que podamos vivir algunos
meses y desarrollar los sistemas que necesitamos para sobrevivir en el
ambiente de radiación, en un viaje de larga duración hacia Marte...
necesitamos más experiencia cerca de la Tierra. Desde la Luna tú puedes
comunicarte, decir: "Hola Houston", y recibir una respuesta
instantánea. Mientras que si tú estás más lejos y tienes un problema no
puedes comunicarte de forma tan rápida. Esta es mi opinión, pero otros
astronautas creen que deberíamos ir directos a Marte al igual que lo
hicimos con la Luna. Iniciamos la misión a la Luna con 15 minutos de
experiencia en el espacio: Alan Shepard. 15 minutos y el presidente
Kennedy dijo: "Vamos a la Luna". Y lo hicimos, así que quizá podríamos
hacer lo mismo con Marte.
Muy Interesante: Muchos científicos buscan agua en otros
planetas como evidencia de que puede existir vida fuera de la Tierra.
¿Cree que existe vida extraterrestre? ¿Cree que puede ser inteligente? Desde
luego que, si hay vida extraterrestre, esta no sobrevive sin agua. Así
que buscamos agua en Marte y en otros lugares para comprobar si son
sitios apropiados para iniciar la vida. Cartografiando el espacio no es
posible saber si hay vida o no la hay. La NASA está gastando mucho
dinero en buscar inteligencia extraterrestre, estamos escuchando con telescopios gigantes y aparatos del estilo... y espero que alguien diga "¡Hola!" algún día.
Muy Interesante: ¿Entonces usted cree que sí que existe la vida inteligente? Mi opinión personal es que no existe, pero es mi opinión así que...
La
inspiración brota cuando menos te lo piensas, por eso no se trata que estés sentado horas y horas delante del
ordenador persiguiendo realizar la obra, -la obra es tan caprichosa, que acaso
pida un tiempo muerto - puede que sea
mejor darse una vuelta o un paseo y a lo mejor al volver del mismo, la chispa ésa
se enciende, un flash nos ilumina y nos lleva a un estado tan involuntario como
es haber producido algo que nunca llegamos a imaginar. Entonces brotando de la
corriente del azar y tempestuosamente sin motivo ni razón llega uno mismo a no reconocer
el desconocido camino a dónde ha ido a parar que…, ni por asomo nunca hubiera pensado
de principio.
El
trabajo del subconsciente es un protagonista principal en el proceso; desde
luego en la ciencia cuando digamos se llega a producir “el milagro”, mucho
antes han habido muchas horas de trabajo y de investigación.
De múltiples ejemplos está la historia llena, que por supuesto no es necesario
recordar.
Tema
profundo el de hoy, por lo que ya no me explayo más; la musa Karola a mí me ha
dejado -ingrata perversa-; ¡mira en qué grave estado!
Cuéntame, Musa, las causas; ofendido qué numen
o dolida por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas
empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente
a tanta fatiga. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?
Desgraciadamente no es algo totalmente descartable. Ahora veremos
por qué. Esa es la mala noticia. La buena es que se puede tener una
cartera de fondos que no se vea especialmente afectada en ese
–hipotético– escenario. No me critiquen por hacer mi trabajo. Me
pusieron de todos los colores por decir hace un par de años que no
había que invertir ni un euro en renta variable o en deuda pública
española, pero les aseguro que nuestros clientes (y los que no lo son
pero me hicieron caso) están encantados con el consejo, especialmente
porque sugerimos EE.UU. como destino alternativo (y porque este año
añadimos los emergentes). Mi misión es cuidar el patrimonio de la gente,
no hacer patrioterismo barato. Es más, hoy en día en España cualquiera
que pague todos los impuestos que le corresponden es un auténtico
patriota. A los niveles que están, y viendo en qué y cómo se emplea el
dinero, pagar lo que te corresponde es ser auténticamente patriota,
porque si lo pensamos dos veces, probablemente nos domiciliaríamos en
otro país. Basta con ver a los políticos “presuntamente” corruptos que
salen en la tele –especialmente los de alto nivel ¡y con la que está
cayendo!– para sentirte como un auténtico patriota si no tratas de
“huir” –al menos fiscalmente– a otro país. También haré el
“disclaimer” político. Pueden confiar en que mi análisis es 100%
económico-financiero. No es que sea apolítico: es que me considero
“antipolítico”. Salvo honrosas excepciones –el otro día tuve la
oportunidad de almorzar con una, en este caso “uno”– no creo en la clase
política de nuestro país, y si fuera presidente del gobierno una de las
cosas que haría sería sentar las bases para que la gente brillante y
honesta se sintiera atraída por trabajar en la administración pública.
Mi propuesta llevaría el título “doble paga, doble pena” y si un día no
les aburre mucho –y como excepción– en lugar de mercados o inversiones
hablamos de ello. Y luego si quieren lo comentamos en mi blog
(victoralvargonzalez.com) Pero volvamos a nuestro negociado. Aclaremos primero en qué consiste una intervención.De entrada no implica para nada una devaluación o que lo uno lleve a lo otro, como
piensa mucha gente. De hecho, la intervención trata de evitar la
devaluación –la salida del euro en este caso– como veremos más adelante. Una
intervención se produce para evitar que un país se quede sin
financiación externa y/o se arruine porque los intereses que tiene que
pagar para que le presten dinero resulten inasumibles. Pero claro, eso
tiene un precio: los prestamistas de último recurso, que suelen ser una
combinación del FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea (si el país es
miembro del euro), prestan barato pero exigen mucho a cambio, de forma
que, en la práctica, “intervienen” la economía del país. Mientras esté
bajo su tutela se puede decir que deciden en qué se emplea el dinero.
Por ejemplo, en España, los primeros que deberían atarse los machos si
viniera una intervención serían los consejeros de los “bancocajas”, pues
imagínense lo que puede pensar un interventor del FMI, que además sea alemán de nacionalidad, cuando
se dé cuenta que dedicamos miles de millones a mantener abiertas
entidades financieras “zombis” cuya eliminación no sólo sería posible
sino beneficiosa, ya que ayudaría a que “corriera el aire” en el sector.
Los clientes en principio no deben temer por el dinero que tengan en
“bancocajas”, pero yo sí temería por los intereses de los
“cajadepósitos”, pues si al alemán del FMI le iba a llamar la atención
que empleemos 50.000 M€ en mantener a esos políticos en sus sillones,
imagínense cuando se entere de que esas entidades pagan un 5% por los
depósitos, extratipo que se financia con subvenciones del Estado, que,
no nos engañemos, es lo que acabarán siendo los prestamos del FROB. Por
impago, claro. Así que primer consejo: en caso de intervención, vale más un 2% en un banco sólido que un 4% en un banco “zombi”.
Si se nacionaliza –o directamente se elimina– un bancocaja se
protegerán los depósitos, por supuesto, no digo lo contrario, pero ya
veremos qué pasa con los intereses, pues hay cobertura legal para no
pagarlos en determinados supuestos. Y cobertura moral, porque ¿qué
narices hace el Estado financiando los extratipos que paga una entidad
financiera técnicamente quebrada que no pasaría nada si se liquidara
ordenadamente? Antes de seguir, mojémonos un poquito más. ¿Es
posible una intervención? Pues desgraciadamente sí. El gobierno ha
demostrado a Europa que es capaz de recortar gastos, pero también que no
duda en subir impuestos. Y este es el problema: si al aplicar un
régimen de adelgazamiento a un país te cargas el tejido muscular en
lugar de la grasa, te cargas su capacidad de generar ingresos, y
para pagar hay que generar ingresos. Sin músculo, una persona no puede
volver a levantarse. La combinación de impuestos directos e indirectos
que paga ahora un español –que puede a suponer el 70% o más de sus
ingresos en los tramos altos– es claramente desmotivadora. Si a Mesi o a
Cristiano Ronaldo les hicieran pagar eso, dudo mucho que estuvieran
especialmente motivados para meter goles (que implica recibir muchas
patadas de los defensas). Pues eso es lo que pagan los mejores
“jugadores” en la escena empresarial española. Pues piensen Uds. la
motivación que se está generando entre trabajadores y empresarios
españoles, a los que, de paso, les bajan las pensiones futuras. Si
además de desmotivar a los que realmente pueden sacar a España de la
crisis, que no son los políticos, sino los trabajadores y los
empresarios, le unimos la reducción del presupuesto en obra pública, no
es extraño que los inversores vean venir una recesión de caballo,
como ya dije hace tiempo (Post “No es esto”). Y lo peor es que se van a
ahorrar en el Ministerio de Fomento lo podrían sacar de otros sitios, de
los “michelines”. Desde vendiendo patrimonio inmobiliario del Estado
–magníficos edificios y terrenos en las mejores zonas de las principales
ciudades que obviamente se venderían sin problema– hasta eliminando el
Senado y las diputaciones provinciales (¿realmente es tan vital para el
país el “Senado”? ¿Para qué sirve exactamente? Lo que acabo de mencionar
es solo grasa. Su eliminación no afecta al PIB. La reducción de obra
pública o las subidas de impuestos, sí. Es perjudicar el músculo del
país. Y eso lo entienden nuestros acreedores. Vaya si lo entienden. En
cuanto al tipo de inversiones que hay que tener si queremos que nuestra
cartera esté preparada para una eventual intervención, no me extenderé
mucho porque son exactamente las que llevamos recomendando desde hace
años y ya explicamos entonces por qué (lo tienen todo en blogs
anteriores). Cero renta variable española. Mucho mejor norteamericana. Y
este año hemos añadido emergente. Europa, la justa, y que no sea
periférica. Deuda pública española cero. Mejor los bonos de buenas
empresas españolas –o extranjeras–, incluso de algún banco, que del
Estado español. Hay que tener fondos que se beneficien de la volatilidad
del mercado y, si no comprados, al menos tener fichados fondos
que puedan apostar contra los índices europeos. Esta última
recomendación es más reciente, aunque la hemos realizado periódicamente
en otras ocasiones en las que aumenta la tensión. Y, como ven, sugiero
que utilicen fondos de inversión (excepto en el caso de los bonos
corporativos, que también puede hacerse directamente en los títulos para
asegurar cupón). El patrimonio de los fondos de inversión es totalmente
independiente del patrimonio de las entidades financieras. Es como si
tiene Ud. un bono de Telefónica depositado en un banco que quiebra. Es
intocable: Ud. dice que se lo depositen en otro banco y listo. El
patrimonio invertido en fondos de inversión es totalmente independiente
del activo o pasivo de una entidad financiera. Por ley. Lo
anterior son fondos que ya se pueden tener en cartera, pues no impiden
seguir disfrutando del buen año que llevan los mercados (España es la
excepción, no la regla). De hecho, así son las carteras de nuestros
clientes desde hace tiempo, aunque últimamente hemos añadido algunas
novedades. Eso sí, es una estrategia para amortiguar –que no evitar– una nueva convulsión europea, no para eliminar la exposición a la renta variable.
Es, en otras palabras, una estrategia para reducir el primer impacto,
ese que o te has preparado antes o sino siempre te pilla. Luego
vendrían, como en los aviones o los submarinos, las “contramedidas”
tácticas: los fondos cotizados (ETFs) que invierten en oro serían un
ejemplo, pero no el único. En fin, es triste hablar de estas
cosas, pero, aparte que es mi obligación, pensemos que, primero, no
tiene porque ocurrir –lo de Grecia o Portugal era mucho más obvio– y,
segundo, que a la larga puede tener sus ventajas. En Irlanda ha
funcionado y de hecho es muy posible que pronto puedan volver a
financiarse en el mercado. Y con una economía más saneada. En el caso
español sería la “excusa” perfecta para cargarse algunas cosas
surrealistas que nos cuestan mucho dinero, como determinadas
duplicidades administrativas. Y quede claro que no hablo necesariamente
de centralizar. Como economista también me vale todo lo contrario. Y
la intervención nos daría espacio y tiempo para, si somos inteligentes
y, sobre todo, pragmáticos, tomar las medidas para generar una clase
política en condiciones para dentro de unos años. Es muy importante:
son los que dirigen el país, los que tienen el BOE, los que pueden
influir para que nuestro modelo productivo sea el “Monopoly” –como han
hecho los últimos diez años– o que sea otro más competitivo y duradero
(mi opinión la tienen en el post “España, Centro de Negocios”). Y nos
daría tiempo también –y financiación a coste razonable– para ir
retomando la confianza en un país que además de alicatar la costa hasta
el techo sabe crear Zaras, Mercadonas y estupendas pymes. Y encima
dejaríamos de mantener cajas de ahorros que, disfrazadas de bancos,
detraen recursos que podrían ir a temas productivos. Una eventual
intervención –que hoy por hoy es poco probable– sería terrible para
España y para los mercados en el corto plazo, pero no tendría por qué
ser mala a largo. Es más, a lo mejor basta con la amenaza de la
intervención pero sin llegar a ella –y un gobierno valiente– para que
hagamos de verdad todo lo que tenemos que hacer y nos centremos en la
grasa y no en cargarnos el tejido muscular. Ese sí que sería un
escenario positivo.
Países de la eurozona. Países ERM II. Otros países EU. Aceptación unilateral del euro.
De Yahoo - Finanzas Hasta hace poco podíamos tener la propiedad de un sinfín de bienes materiales: una casa, un coche, un perro… o un yate o avión privado, en el mejor de los casos. Pero nada de esto es original, sino demasiado típico, así que, ¿por qué conformarse con ello, cuando puedes tener tu propio pueblo?
En tiempos donde la bonanza económica brilla por su ausencia, hay
quienes agudizan el ingenio y ponen en venta, por insólito que parezca,
todo aquello que alguien esté dispuesto a comprar. La ley de la
oferta y la demanda ha transgredido todas las fronteras imaginables y
ahora es posible encontrar, junto al letrero que anuncia el nombre de un
municipio, el cartel de 'se vende'.
En el ojo del huracán del problema que nos ocupa, se sitúan precisamente los pueblos españoles. ¿Cómo han llegado algunos de ellos a estar a la venta? La respuesta, extensa pero sencilla.
El territorio nacional se divide en 8.117 municipios,
cifra próxima a la de los italianos, inferior a la de los franceses,
con casi 37.000, y superior a la de los portugueses (380). La
Unión Europea fija en 5.000 habitantes el mínimo para que un municipio
pueda prestar servicios de calidad a un coste razonable. Hablando con propiedad, el quid de la cuestión no se halla en dichos municipios, sino en los habitantes de los mismos. Y es que, ¿cuántos superan el mínimo?
Según datos facilitados por el INE, España contaba con 47.190.493 habitantes el 1 de enero de 2011, siendo el quinto país más poblado de la Unión Europea. Sin embargo, la densidad de población que se registra en nuestro país, 93,51 habitantes/km², es bastante inferior a la de otros países de Europa Occidental.
La población española puede presumir de longevidad.
Goza, pues, de una salud envidiable. Prueba de ello, uno de los
parámetros que se utiliza para conocer con más exactitud dicha
longevidad, la esperanza de vida, continúa creciendo de año en año. Esta ascendió en España hasta los 82 años en 2010, según el estudio 'Indicadores demográficos básicos', publicado por el INE. Sin embargo, y haciendo uso del refranero popular 'no es oro todo lo que reluce'.
Males demográficos de la nación
Sobre
el territorio nacional planean dos potentes amenazas, que nublan el
horizonte. El dedo acusador apunta directamente hacia estos como promotores de las citadas ventas. A grandes rasgos podemos señalar:
Población envejecida
Los españoles, cual rosa en otoño, comienzan a marchitarse. España envejece y además lo hace más rápido de lo previsto. De hecho, la edad media de los españoles se sitúa ya en 40,9 años, según datos que se desprenden de un informe llevado a cabo por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas de España (IVIE). Estos datos indican que se trata de la edad más avanzada desde que se dispone de estadísticas. Implica un crecimiento de 7,7 años desde 1975, época en la que la edad media de los españoles se situaba en 33,2 años.
Distribución irregular
De los seis habitantes de Illán de vacas, a los 3.213.271 que se concentran en Madrid, hay diferencias notables. La población se reparte a lo largo del país de forma muy irregular. Las siete provincias más pobladas concentran al 45% de la población española, mientras que en las quince con menor número de habitantes (sin contar a Ceuta y Melilla) sólo vive el 8% del total. El 60% de los municipios agrupan a 1.000 habitantes o menos (un total de 4.862) y en 1.058 de ellos la cifra de habitantes no supera las 100 personas, según podemos leer en El economista. Queda así contestada una de las cuestiones del principio. El resto, por ahora, carece de respuesta.
Pero hay quienes hacen su agosto en cualquier mes, incluso en plena crisis. De hecho, el negocio de la venta de pueblos ha experimentado un auge considerable. Hace apenas cinco años era realmente difícil adquirir una aldea o municipio en propiedad, mientras que ahora sólo en la web que tomamos como ejemplo, http://www.aldeasabandonadas.com, podemos encontrar las 800 ofertas más singulares e importantes del mercado nacional. Se trata del primer portal español dedicado a la venta de propiedades como, aldeas, pueblos deshabitados, viviendas rurales o de luxe…
Existen otros, pero en este se concentra la mayor cantidad de ofertas
y, por ende, de demanda. No en vano, llegan a recibir en torno a 400 solicitudes diarias pidiendo información.
Ofertas
El abanico de posibilidades es amplio. De la austeridad de pequeñas aldeas como una de tantas situada en la comarca Ribeira Sacra con seis casas de piedra en el norte peninsular (Lugo-Ourense), al lujo de otra exclusiva y única en el Valle del Jerte (Cáceres), compuesta por un conjunto de cinco edificios rehabilitados equipados con las últimas tecnologías en confort (bañeras de hidromasaje). En función del gusto, el precio puede ir desde los 24.000 hasta los dos millones de euros. El grueso de ofertas se halla en las Comunidades de Galicia y Asturias. Cáceres, Madrid y, sobre todo, algunas zonas donde existen localidades de auténtico lujo, con iglesias románicas rehabilitadas incluidas.
Perfil del comprador
Puede que muchos se hayan decantado por cadenas hoteleras o empresas vinculadas al turismo como cliente potencial. Pues nada de eso, los clientes estrella (un 40%) son acaudalados británicos seguidos de alemanes y holandeses que ¿por qué se van a conformar con tener una casita, si pueden adquirir un pueblo entero?
Podemos comenzar a ahorrar o, mejor aún, ir buscando un generoso británico con el que compartir el pueblo de nuestros sueños.
Hoy, compañero de blog, has tocado un tema del que pienso que
sabemos muy poco, un tema que está de plena actualidad, pero que parece ser
pasamos de largo, cómo si a los humanos no fuera con nosotros y no pudiéramos hacer
nada para evitar las amenazas que se ciernen sobre la Tierra que grandes
científicos nos han expuesto con gran nitidez. Se me ha hecho corto el
maravilloso documental, y me he ido quedando pasmado, petrificado, sobrecogido
en mi ignorancia, sobrepasado por los argumentos que del estudio de millones de
años han hecho estas personas preocupadas por nuestro futuro.
Si
no he entendido mal, parece ser que la solución sería la educación. Una
educación basada en el respeto a la naturaleza, donde nosotros somos uno de los
principales protagonistas, aunque haya otras causas que también pueden motivar un
cambio radical en el sistema solar.
He
releído con suma atención lo bien que cuentas Serapio tu artículo, Mirando al suelo, sacando la
conclusión que eres un gran experto, por los conocimientos que demuestras. De lo más interesante hasta ahora escrito
por los amantes de este blog, y, además diferente.
Reconociendo
que por ser un profano en la materia me haya sentido fuera de juego en cantidad
de ocasiones, mi sentido de aprender y de la curiosidad me han llevado está
mañana de Resurrección –extraña redundancia-, a conocerme mejor y saber que
pequeños e insignificantes somos y cuanto daño nos hacemos a nosotros mismos,
aun a sabiendas de que estamos matando a la gallina de los huevos de oro. Si
pudiera definir a la clase humana de la forma menos hiriente diría que: somos
la “estupidez de las especies”
Cuando
voy a comprar un libro me es casi imprescindible saber del autor su trayectoria
por la vida: procedencia, cómo se desarrollaron sus primeros años, las
vicisitudes por las que pasó hasta llegar a ser lo que de alguna forma se
propuso -amores, retos, caídas, familia, recaídas, viajes… – en resumen cuanto
más sepa, muchísimo mejor. Aquí soy en extremo su misma sombra. Esto me lleva a
conocer mejor su obra.
Me
gustan las biografías, por tanto no es de extrañar que Wikipedia sea uno de los
sitios que más frecuento. También me suele ocurrir cuando salgo a visitar
cualquier lugar: la información la llevo por delante.
Al
que persigo de una manera casi enfermiza es a Antonio Machado Ruíz, llegando a
guardar hasta la foto más insospechada, a pesar que debo de confesar me falta
precisamente de leer y de poseer -Ligero de equipaje, su vida, precisamente-
que aún no siendo esencial tenerlo; sí lo es en este caso, porque es
prioritario para mí devoción y satisfacción personal como coleccionista de la
obra, y por una u otra circunstancia no figura de momento en mi inventario
libreril o informático.
Algo
parecido me está ocurriendo contigo, maestro Antonio Muñoz Molina; sin embargo, entiendo que tu
biografía será más fácil de lograr; porque si no nos habíamos enterado ya nos
has dado un aviso para que nos pongamos las pilas y te indaguemos cada paso.
Tus artículos y libros están ya bien guardados bajo las copias de seguridad,
pero como soy un fallo me falta alguno que otro; todo se andará y se buscará.
Será un placer ir recopilando. Me parece como siempre tu artículo enriquecedor,
y que has tenido una idea genial. Tú sí tendrás tu biógrafo y quizá más de uno,
y de dos. Desde ahora mismo empiezo a recapitular todo cuanto a tu persona concierne,
salvo aquellas cosas que se deben respetar como es de lógica razón.
Ahora
la tarea no es nada sencilla, porque puede ser doble, teniendo en cuenta a tu
mujer Elvira, -de quien hasta hace muy poco no había leído nada, por cierto la
veo con mucha fuerza y valentía, y que ahora ya sigo tan bien los pasos- que como es natural te acompañará, y es mi
deseo, un largo y feliz trayecto de vuestras vidas.
Tras acusar a Dios de ser “nuestra más larga mentira”, calificar a
los evangelios de “testimonio de la ya incontenible corrupción existente
dentro de la primera comunidad”, definir a Pablo de Tarso como de
“disangelista” y dirigir la “maldición sobre el cristianismo en El Anticristo,
Nietzsche hace el siguiente retrato idílico de Jesús de Nazaret: “Él no
opone resistencia, ni con palabras ni en el corazón, a quien es malvado
con él… No se encoleriza con nadie, ni menosprecia a nadie. No se deja
ver en los tribunales, ni se deja citar ante ellos (‘no jurar’)… Lo que
él legó a la humanidad es la práctica: su comportamiento ante
los jueces, ante los sayones, ante los acusadores, ante toda especia de
calumnia y burla, su comportamiento en la cruz Él ora, sufre, ama con quienes, en quienes le hacen mal. No defenderse, no encolerizarse, no hacer responsable a nadie”.
De ser cierta la versión de Nietzsche, Jesús habría huido del
conflicto como de la quema y se habría instalado en una religión
conformista, sin que nada ni nadie le turbara. Pero nada más lejos de la
realidad. Jesús fue un Indignado que adoptó una actitud de rebeldía
frente al sistema y se comportó como un insumiso frente al orden
establecido. El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de
ser, caracteriza su forma de vivir y constituye el criterio ético de su
práctica liberadora. La insumisión y la resistencia fueron las opciones
fundamentales durante los años de su actividad pública, tanto en el
terreno religioso como en el político, ambos inseparables en una
teocracia y la clave hermenéutica que explica su trágico final.
Indignado con la religión oficial. Se indigna con la
religión oficial y sus intérpretes, que anteponen el cumplimiento de la
ley al derecho a la vida e incitan a la venganza en vez de llamar al
perdón. Cuando está en juego la vida y la libertad de las personas
infringe a conciencia las leyes judías del ayuno, del sábado, de la
pureza, etc. y justifica que sus discípulos las incumplan. Come con
pecadores y publicanos y osa afirmar que las prostitutas preceden a los
escribas y fariseos en el reino de Dios. El centro de la religión está
en la práctica de las bienaventuranzas, carta magna de la nueva
religión.
Indignado con los poderes religiosos. Las autoridades
religiosas vivían una escisión entre la realidad y la apariencia. Su
actitud no podía ser más hipócrita: decían y no hacían, absolutizaban la
Torá e imponían al pueblo cargas legales que ellos mismos no cumplían.
Jesús les echa en cara la falsedad de su magisterio y su falta de
coherencia. No les reconoce autoridad, ni sigue sus enseñanzas. El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de ser, caracteriza su forma de vivir Indignado con los poderes económicos. La acumulación de
bienes es quizá la causa más importante de la indignación de Jesús,
convencido como estaba de la incompatibilidad entre servir a Dios y al
dinero y de que toda riqueza es injusta y se convierte en un medio de
dominación y de opresión que genera pobreza en derredor. Cuestiona las
raíces materiales y religiosas –generalmente unidas- de la exclusión y
lucha por erradicarlas. Se pone del lado de los grupos marginados social
y religiosamente: publicanos, pecadores, prostitutas, enfermos,
posesos, paganos, samaritanos y gente de mal vivir.
Indignado con el poder político. La indignación de Jesús
sube de tono cuando se enfrenta con los poderosos, a quienes acusa de
opresores, y con la tiranía que imponía Roma a su pueblo. Precisamente
la condena a muerte de Jesús, y muerte de cruz, dictada y ejecutada por
la autoridad romana, fue la consecuencia lógica de la indignación contra
con el poder político, a quien niega legitimidad, y contra el Imperio, a
quien considera invasor. No se trató, por tanto, de un error, como
creía Bultmann. ¡Se lo tenía merecido!
Indignado con la religión y la sociedad patriarcales, Jesús
denuncia las múltiples marginaciones a las que eran sometidas las
mujeres por mor de la religión y de la política, se opone a las leyes
que las discriminaban (lapidación adulterio, libelo de repudio) y las
incorpora a su movimiento en igualdad de condiciones que a los varones y
con el mismo protagonismo. Es en el movimiento de Jesús donde ellas
recuperan la dignidad que les negaba la religión oficial y la ciudadanía
que les negaba el Imperio.
Indignado con el Dios autoritario. Es sin duda la
indignación más dolorosa, la que más desgarro interior le provoca y la
que pone a prueba su fe y su esperanza. El conflicto con Dios se muestra
en toda su radicalidad en los momentos finales de su vida, cuando el
agua le llega al cuello. Jesús pide cuentas a Dios por no estar de su
lado en el proceso, la condena y la ejecución, como antes su
correligionario Job, le expresa su más profunda decepción y lanza un
grito de protesta: ”¿Por qué me has abandonado?”. La indignación de
Jesús de Nazaret con los poderes económicos, religiosos, políticos y
patriarcales constituye un desafío para los cristianos y cristianas de
hoy y una llamada a incorporarse al movimiento de los Indignados. Y no
para sacralizarlo, ¡en absoluto!, sino para sumar fuerzas y aportar
nuevas razones a la lucha por “Otro mundo posible”.
Juan José Tamayo es teólogo y autor de Otra teología es posible (Herder, 2012. 2ª ed.).